Recibo tu llamada por pura casualidad y estoy gratamente sorprendida. Esperaba noticias de todos, menos las tuyas. Sí, era cierto. Me había montado una película impresionante desde que por casualidad nos conocimos. We just bumped into each other. Bueno, y me pareció que sin querer, me estaba ilusionando. No me importó mucho. Mi cuerpo, mente y espíritu no se pueden equivocar. Y ésos citados ya no encuentran su norte. Su punto de partida. De equilibrio. Me estaba y había estado montando castillos en el aire desde que te conociera. No estaba presente la última vez que viniste. Y me fui sin decir adiós.
Pero milagro donde los haya, me has llamado tú. Tú a mí. Y al responder a mi teléfono, no reconocí tu voz; pero algo dentro de mí me invadó, haciendo que me olvidara de todo lo irrelevante. Tu voz me dijo inmediatamente. éra cálida y grave. No sé ni cómo lo hiciste para que… pero no te achantaste. Y me sedujo que no lo hicieras. Al decirme quién eras, creí desmayarme de puro susto. Pero, ahora, no me arrepiento para nada, el haber seguido con mi vida, mis conversaciones, autodescubrimiento, etc…, etc…
Pero para ésta saldonauta, la cosa se puso seria. Me llamó para invitarme a un café. Quedamos por la tarde… a por ese café. Llevo puesto un vestido rosa palo y unas sandalias rosas. Satisfecha de mi imagen, llegué a nuestro punto de encuentro unos minutos antes.